Analizar si el efecto de la reducción del riesgo de fractura con estrógenos más progesterona varía según diferentes grados de riesgo de fractura
DiseñoEnsayo clínico aleatorizado y a doble ciego (septiembre de 1993-julio de 2002). Seguimiento medio de 5,6 años, interrumpido por protocolo
EmplazamientoCuarenta centros médicos extrahospitalarios en Estados Unidos
Población de estudioUn total de 16.608 mujeres (un 84% de raza blanca) menopáusicas, con útero intacto, de entre 50-79 años y que no recibían tamoxifeno ni SERMS antes o durante el estudio. Para aquellas que estuviesen tomando THS previo, se realizó lavado durante un período de 3 meses
IntervenciónTratamiento hormonal sustitutivo (THS) (0,625 mg de estrógeno conjugado equino más 2,5 mg/día de acetato de medroxiprogesterona), 1 tableta por vía oral (n = 8.506), o placebo (n = 8.102)
Medición de resultadoTodas las fracturas osteoporóticas confirmadas (excluye las de costilla, esternón, calota/cara, dedos y vértebras cervicales) que ocurrieron entre la inclusión en el estudio y su interrupción (julio de 2002). No se realizó cribado para las fracturas asintomáticas. La densidad mineral ósea lumbar y femoral medida en un subgrupo de mujeres (3 centros; n = 1.024) basal, al año y a los 3 años (se excluyeron si el Z-score femoral era= ≤ –3,0). Se valoraron los factores de riesgo de osteoporosis y fractura, mediante el cálculo de 3 niveles de riesgo de fractura según una adaptación de los criterios del fracture index1. Se llevó a cabo un análisis por intención de tratar a través de regresión de Cox y las comparaciones en hazard ratio (HR) y sus intervalos de confianza (IC) del 95%. Dado que el porcentaje de abandonos fue del 42 y del 36%, se calcularon también los HR de los que finalizaron el estudio
ResultadosBasalmente, y en ambos grupos, el 44% era mayor de 65 años, el 14% presentaba antecedente de fractura a partir de los 55 años, el 12% refería historia de fractura de cadera materna, el 10% eran fumadoras actuales, el 74% nunca había recibido THS, el 35% presentaba ingesta de calcio > 1.200 mg/día, el 23% tenía riesgo elevado de fractura y el 42%, riesgo moderado. El 1% tomaba bisfosfonatos al inicio del estudio, cifra que aumentó hasta el 6-10% al finalizarlo, mientras que el uso de calcitonina o raloxifeno al finalizar el estudio fue inferior al 2%. Del subgrupo con densitometría, el 4-6% tenía osteoporosis femoral. Un 8,6% en el grupo con THS y un 11,1% en el grupo placebo tuvieron algún tipo de fractura, observándose una reducción del 24%. Para la fractura de cadera la reducción fue del 33% (HR = 0,67, IC del 95%, 0,47-0,96), que aumentó hasta el 60% en las mujeres con ingestas de calcio superiores a 1.200 mg/día, y al 50% en aquellas cuyo índice de masa corporal era inferior a 25. Los reducción de riesgo de fractura no varió para los diferentes grupos de edad, tabaco, caídas, historia de fracturas, años de menopausia o grado de riesgo de fractura. La incidencia anual de fractura fue mayor en aquellas con mayor riesgo (el 1,3, el 2 y el 2,7%, respectivamente, según fuera bajo, medio o alto), pero no se observó mayor eficacia del tratamiento en las de mayor riesgo. La exclusión o pérdida de seguimiento tuvo poco efecto sobre el HR de la reducción de fractura de cadera (0,63; IC del 95%, 0,38-1,06), de vértebra (0,60; IC del 95%, 0,38-0,95) o de todas las fracturas (0,72; IC del 95%, 0,64-0,81). La densidad mineral ósea del fémur total aumentó un 3,7% a los 3 años frente al 0,14% en el grupo placebo, con mayores diferencias en zona lumbar (4,5%). Cuando se tuvo en cuenta la adherencia al tratamiento, los incrementos de la masa ósea y las diferencias con el grupo placebo fueron mayores (un 7,6% en la zona lumbar y un 4,5% en la cadera)
ConclusiónEl THS aumenta la masa ósea y reduce el riesgo de fracturas en mujeres posmenopáusicas. Éste es similar en todos los subgrupos analizados y el beneficio no es mayor en las pacientes con riesgo elevado de fractura
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