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Los efectos del calor en la salud son cada vez más frecuentes e importantes, por lo que debemos estar preparados para reconocer la gravedad de las enfermedades relacionadas con el calor.
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No deberíamos descartar un golpe de calor, si la anamnesis y exploración es compatible, aunque observemos ausencia de sudoración.
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Las olas de calor se asocian a un aumento de la demanda de atención sanitaria, lo que ofrece oportunidades para la acción preventiva desde atención primaria, debemos incluir la detección de personas vulnerables en nuestra rutina de actividades preventivas.
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Es recomendable una hidratación adecuada y un seguimiento más estrecho de lo habitual en pacientes con diabetes, patología cardiovascular, renal, respiratoria o neurológica crónica durante las olas de calor, especialmente si son ancianos.
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Las altas temperaturas pueden precipitar un aumento de los comportamientos autolesivos en pacientes con historia de problemas de salud mental.
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Algunos de los medicamentos más frecuentemente utilizados en la práctica clínica pueden aumentar la morbimortalidad relacionada con el calor, por lo que es recomendable revisar y adaptar el tratamiento de forma individualizada.
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Para la protección de la salud frente a las temperaturas extremas es mejor utilizar la definición de ola de calor en salud, basada en la definición de temperaturas umbral de impacto en salud, calculada para cada zona, y no la definición de ola de calor meteorológica.
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Las alertas Meteosalud, los planes frente a temperaturas extremas estatales, regionales y locales y las acciones puestas en marcha a partir de ellos son herramientas básicas de gestión del riesgo y protección de la salud.
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